miércoles, 15 de diciembre de 2010

Lo que sé de mi vecino 36

Me he recorrido la calle Montera unas cuantas veces. Estaba decidido a comprar los servicios de alguna señorita de las que esperan y miran pasar. Las he observado tomándome mi tiempo, algunas me lanzaban tímidas sonrisas y otras miraban a lo lejos. Son guapas y jóvenes, y puede que no tengan otra cosa que hacer. Después de subir y bajar la calle varias veces ya había surgido en mí la curiosidad, por la historia de cada una. De dónde son, cómo ha sido y es su vida, si tienen que darle el dinero a algún hombre o es todo para ellas, cómo es su familia. Bajaba nuevamente, ya muy pegado a la pared, y me he encontrado de frente con unos ojos grises de más allá del Elba, que me han sonreído, simpáticos. Le he enseñado ocultamente 20 euros -por si había un chulo cerca- y ella me ha señalado a algún sitio. Le he dicho que no con la cabeza y, al ver su bolso abierto, he introducido el dinero con disimulo y también un caramelo de limón con miel, y he seguido bajando la calle. No sé si algún día conseguiré irme de putas, es que siempre me surgen miles de preguntas cuando las tengo cerca.

1 comentario:

  1. Lo que más agradecerá será el caramelo de limón con miel... la garganta se pone muy mal de tanto estar en la calle pasando frío. :-)

    ResponderEliminar