SONETO XXIII
En tanto que de rosa y d'azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que'l cabello, que'n la vena
del oro s'escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce, desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que'l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
Garcia Lasso de la Vega (Garcilaso)
http://cvc.cervantes.es/actcult/garcilaso/biografia/biografia.htm
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Me sobra el corazón
Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.
(...)
Miguel Hernández
http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/m_hernandez/default.htm
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Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
(...)
Luis Cernuda
http://cvc.cervantes.es/actcult/cernuda/default.htm
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Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
(...)
Antonio Machado
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Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
-¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: <<¡Levántate y anda!>>
Rimas, Gustavo Adolfo Bécquer
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INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar a los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo con la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
(...)
Hijos de la ira, Dámaso Alonso
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ANTE UN MUERTO EN SU CAMA
¿Dónde estarán las abejas que hicieron
la cera de tus cirios?
¿Dónde habrán ido a parar los primeros
cuadernos que escribiste?
¿Dónde tu primera novia que no presiente
que te has muerto?
¿En qué paisaje te has estremecido
para ir a decirle que estás, quieto?
(No es lo peor morirse, lo angustioso
es que después, no puedes hacer nada,
ni dar cuerda al reloj,
ni despeinarte
ni ordenar los papeles...)
Te comprendo, estás triste.
-Intento consolarte-.
Si valiera decirte que te has muerto sobre tu cama
[limpia,
que tu alcoba la estaban rodeando los amigos
que se hizo todo lo posible por curarte
-que te estaban rallando la manzana-,
y que estaban bajándote el termómetro
y el más creyente rezaba muy bajito.
Piensa en los que no mueren en su casa,
en los que mueren de pronto en accidente,
o en esa mayoría que se van, en la guerra.
Ya han venido los de la Funeraria,
estás sobre una alfombra y tienes cuatro cirios,
un crucifijo blanco y un coro de vecinas;
que no te falta nada
y estás muy bien peinado.
Gloria Fuertes
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I had a dream, which was not all a dream.
The bright sun was extinguish'd, and the stars
Did wander darkling in the eternal space,
Rayless, and pathless, and the icy earth
Swung blind and blackening in the moonless air;
(...)
Tuve un sueño, que sueño no fue en absoluto;
el brillante sol habíase extinguido y las estrellas
vagaban a oscuras en el espacio eterno,
sin luz y sin sendero y la helada tierra
oscilaba ciega y ennegrecida en el aire sin luna;
(...)
Darkness/ Las tinieblas, Lord Byron
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Yo soy aquél que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.
Cantos de vida y esperanza, Rubén Darío
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UNE GRAVURE FANTASTIQUE
Ce spectre singulier n'a pour toute toilette,
Grotesquement campé sur son front de squelette,
Qu'un diadème affreux sentant le carnaval.
Sans éperons, sans fouet, il essouffle un cheval,
Fantôme comme lui, rosse apocalyptique,
Qui bave des naseaux comme un épileptique.
Au travers de l'espace ils s'enfoncent tous deux,
Et foulent l'infini d'un sabot hasardeux.
Le cavalier promène un sabre qui flamboie
Sur les foules sans nom que sa monture broie,
Et parcourt, comme un prince inspectant sa maison,
Le cimetière immense et froid, sans horizon,
Où gisent, aux lueurs d'un soleil blanc et terne,
Les peuples de l'histoire ancienne et moderne.
UN GRAVADO FANTÁSTICO
Ese espectro tan raro no lleva otro atavío,
Grotescamente sobre su frente de esqueleto,
Que una horrible diadema usada en carnaval.
Sin espuelas, sin látigo, va a lomos de un corcel
Fantasma como él mismo, rocín apocalíptico,
Cuyas fauces babean epilépticamente.
Ambos van internándose a través del espacio,
Hollando el infinito con cascos azarosos.
El jinete enarbola un sable que flamea
Sobre turbas anónimas que arrolla su montura,
Y cruza, tal un príncipe que visita su hacienda,
El cementerio inmenso y frío, sin confines,
Donde yacen, debajo de un sol pálido y débil,
Los pueblos de la historia antigua y moderna.
Charles Baudelaire
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AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
(...)
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo
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MOMENTOS FELICES
Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
(...)
Cuando salgo a la calle silvando alegremente
-el pitillo en los labios, el alma disponible-
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
(...)
Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme, pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
(...)
Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
(...)
Gabriel Celaya
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EL DURMIENTE
¿Cabecea el esquife?
Sí, ya la noche inmóvil
En el espacio puro.
¡Cabeceo feliz!
Es alta mar muy lisa.
¡Ni desnivel de horas!
Todos los esplendores
Oscuros, sin ornato,
Corroboran lo escueto.
¡Pero qué vulnerable!
Basta un agudo grito.
¡Albor, albor, albor!
A la costa conducen
El esquife los puños
De solares remeros.
¡Y qué ceñudamente,
A medio abrir los ojos,
Atraca el navegante!
Vacilando aturdido,
Se pierde por la orilla,
Trémula de relojes.
Jorge Guillén
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En una noche escura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
(...)
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las açucenas olvidado.
San Juan de la Cruz
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CANCIÓN DEL PIRATA
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar sino vuela
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman
por tu bravura el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa
y allá a su frente Stambul.
"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
"Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
"Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra:
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
(...)
José de Espronceda
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ESTAMPAS
1
El ciervo, la cierva y la cervatilla
(muerte)
...Y el ciervo, arrodillado,
gimiendo: ¡Vida!
La cierva, por el vado,
llorando: ¡Hija!
La cervatilla, niño,
muerta, en la orilla.
Rafael Alberti
http://cvc.cervantes.es/actcult/alberti/default.htm
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(...)
Al Sol levantó apenas la ancha frente
el veloz hijo ardiente
del Céfiro lascivo,
cuya fecunda madre al genitivo
soplo vistiendo miembros, Guadalete
florida ambrosía al viento dio jinete,
que a mucho humo abriendo
la fogosa nariz, en un sonoro
relincho y otro saludó sus rayos.
(...)
Soledades, Luis de Góngora
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Ya duermen en su tumba las pasiones
el sueño de la nada;
¿es, pues, locura del doliente espíritu,
o gusano que llevo en mis entrañas?
Yo sólo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentando halaga,
llama que de la vida se alimenta,
mas sin la cual la vida se apagara.
En las orillas del Sar, Rosalía de Castro
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Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
(...)
Veinte poemas de amor y una canción desesperada, Pablo Neruda
http://cvc.cervantes.es/actcult/neruda/default.htm
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