Lo que sé de mi vecino 31

Hoy, que no he madrugado porque es el día de la "Inmaculada Concepción" -se podrían escribir volúmenes sobre el tema pero no es de lo que me apetece hablar en este momento-, me he despertado mientras aún recordaba un extraño sueño.
Ya no suelo recordar los sueños como antes. Me despierto y me esfuerzo, pero solo surge un inmenso vacío. Quisiera conectar con mi yo interno y saber lo que me ilusiona, preocupa,... o me pregunto. Es en vano. Hoy, sin embargo, que he podido despertarme dulcemente mientras amanecía y la luz iba entrando sigilosa a través de los agujeritos de la persiana, hoy he recordado un largo sueño. Y voy a intentar recordarlo antes de que se difumine entre las esquinitas de mi cerebro.
Era de noche, quizás estaba en un jardín o en un gran salón de baile con plantas. Había mucha gente y podía estar celebrándose una fiesta. Sobre nosotros se suspendían lámparas enormes con velas, y la gente, e incluso yo, parecíamos llevar trajes de carnaval, oscuros, grises o negros, y antiguos. Todo era bastante gris. Alguien hablaba desde un escenario pero no lograba entender lo que decía, y los demás parecían no hacer caso. Todo el mundo hablaba, algunos tenían copas en las manos. No había música, o no la recuerdo. Yo me paseaba, como buscando a alguien o esperando ver gente conocida. Lograba ver al fondo a una mujer de mediana edad -de la que ya no recuerdo su identidad- e intentaba acercarme a ella pero siempre había gente entre la que pasar. La veía a lo lejos; ella hablaba con alguien y sostenía una larga copa. Por más que caminaba, introduciéndome entre trajes oscuros, siempre había más y más personas grises que hablaban y hablaban. Era como un bosque de cuerpos y trajes. Las mujeres llevaban trajes largos de seda triste que a veces yo pisaba.