martes, 16 de noviembre de 2010

Lo que sé de mi vecino 17

Durante los cinco días en que no apareció -ya me encargaba yo de llamar cada noche para comprobarlo-, pensé, me imaginé de mil maneras aquel primer encuentro... Y luego, fue sencillo... Al sexto día, llamé, me abrió, "este paquete lo dejaron para usted...", sonrió -creo- y... cerró. Aún tenía yo la mano sumergida en el espacio de su casa... Y entonces supe que era él. A pesar de las gafas de sol y de que el destinatario del paquete era un tal "Hans Jillek". Otra vez el mismo nombre que mostraba el buzón, el mismo que aparecía en las revistas que continuamente sobresalían por su ranura.

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